lunes, 18 de julio de 2011

Maldito aquel que no piensa como yo

Que Fito Páez haya tenido el espacio para dar a conocer su "asco" hacia los votantes porteños en Página 12 es un episodio más que ilustra la estupidez argentina de no poder separar. Los ídolos populares no tienen por qué tener más autoridad para opinar sobre política que la gente común. De hecho, deberían tener menos por lo general. Pero en el imaginario popular, el pobre fanático se identifica con el famoso que le cae bien, el músico que le gusta o el ídolo deportivo. Y así uno termina con Miguel del Sel como candidato a gobernador, Morgado dirigiendo el INADI, las Madres de Plaza de Mayo sin poder ver toda la plata que Schocklender roba en su cara y Maradona como técnico de la selección.
Fito Páez no representa al FPV. No es candidato, ni aliado, ni nada. Es un tipo común, probablemente de baja inteligencia para la política, que los vota. No debería ser visto como una declaración tan polémica. No debería sere visto como un representante de Filmus. Sí Anibal Fernández, aunque en ese caso sus polémicos dichos son más una creación de Clarín que los saca de contexto que otra cosa.
¿Por qué causaron tanta indignación las declaraciones de Fito entonces? Bueno, básicamente porque en general uno ve en esas declaraciones el pensamiento Kirchnerista muy reflejado. Uno está acostumbrado a las descalificaciones constantes. 678 es el máximo ejemplo. No hay una sola opinión contraria al FPV. Todo es descalificar al enemigo sacando frases de contexto y revisando miles de archivos, para poner solo lo malo y nada de lo bueno. Incluso si eso implica ir a buscar al último empleado, el de menos inteligencia y ponerlo como la cara de todo el partido o medio enemigo. Estas declaraciones del músico rosarino son un cucharada de la propia medicina para el Kirchnerismo. Porque le pegan en el eslabon más débil de la cadena (alguien que no es político y no se mide cuando habla) y porque utilizan en su contra la opinión de figuras populares (recuerden en su momento los spots de actores y músicos hablando a favor de la ley de medios o en contra de Macri).
Otra cosa. Discutí con algunos amigos acerca del derecho que tiene Fito Páez de sentir asco por Macri y quienes lo votan. Me decían, con razón, que puede llegar a ser lógico. Salvando las distancias ¿no sentirían ustedes lo mismo por alguien que vota al partido Nazi? Suponiendo que a Fito le disgusta tanto Macri, no parece algo tan grave, sino solamente una opinión, fuerte, y que no debió hcer pública quizás, pero no injustificable. Pero lo grave es otra cosa. Lo grave es que las opiniones expresan simplemente intolerancia. No hay en la nota escrita por fito Páez una sola linea de opinión inteligente. No hay una sola crítica a Macri. Jamás, en ninguno de los programas oficiales, se busca una discusión. Jamás se justifica nada. Jamás se reconoce nada al otro bando. Todas las críticas son desestimadas porque vienen de alguien que es "de derecha", y por lo tanto solamente busca su bienestar personal y quiere matar a todos los pobres. Todo lo nuestro es bueno. Fíjense que bueno que tiene que ser que a la oposición no le gusta. Si Macri es oposición es porque nosotros hacemos todo bien. ¿No puede la gente pensar que Macri es la mejor opción para la ciudad? ¿No es posible que esa mitad de Buenos Aires lo haya votado porque le parece mejor opción que Filmus, en vez de porque se llena los bolsillos con él? ¿No pueden creer que Macri es más justo que Filmus? ¿Que hizo una buena gestión? Si creen eso, quizás estén equivocados. Pero la forma de hacerselos notar es con jsutificativos, con evidencia, con opiniones elaboradas. No descalificándolos por descalificar.
El problema no es la opinión que tiene Fito Páez o el Frente para la Victoria sobre Macri y quienes lo votan. El problema aquí es que esa opinión no se basa en hechos concretos, sino en el simple axioma de que "yo siempre tengo la razón", por lo que no hay nada de discutir. La encarnación de uno de los mayores males de la sociedad argentina.

domingo, 3 de julio de 2011

Publicidad Nacional y Popular

Filmus se niega a debatir con Macri, vaya a saber por qué. Macri quiere debatir en TN y queda en ridículo cuando ¡Pamela David! le pregunta si ese es un ámbito neutral. Extraña la incompetencia de ambos políticos si se tienen en cuenta dos cosas: 1) Filmus fue ganador del debate en que participó junto a Macri y Telerman para las últimas elecciones, justamente en TN. 2) La pregunta acerca de si TN es un lugar neutral de debate es fácilmente rebatile si se invita a mirar los anteriores debates, en los que cada candidato decía libremente lo que quería (que en general eran boludeces, por cierto).
En este escenario, Pino Solanas (quizás es a él a quien le tiene miedo Filmus), saca alguna mínima ventaja, que por supuesto, no le alcanzará porque de todas formas lo más importante para ganar una elección es la cara. Los carteles de publicidad que inundan la CABA no muestran más que la cara de un candidato y algún eslogan más propio de una publicidad de cerveza que de un candidato a jefe de gobierno. Así, De Narvaez, cuyo único mérito fue haber faltado a todas las sesiones legislativas cuando estuvo en el Congreso, puede ser un candidato con chances en base al resultado de Gran Cuñado. Por la cara. Porque es copado. POrque parece joven. Porque es gracioso.
No le podemos echar la culpa a los políticos. Hoy por hoy es claramente más redituable poner una foto y repetir un nombre mil veces que participar en un debate. Y entonces los políticos que ganan son los que tienen más dinero a su disposición para hacer campaña. Ricos empresarios como Macri o De Narvaez, o gente afin a un gobierno que roba a los contribuyentes cientos de millones de pesos por año para hacer publicidad (siendo el caso más emblemático el de Fútbol para Todos, que cuesta por si solo más de $700 millones).
La propuesta que hago aquí, para eviar un gasto ineficiente en recursos que nos perjudica a todos, es hacer pasar todos los gastos en publicidad por una cuenta única (o varias cuentas, una por partido), cuyo saldo esté completamente visible para cualquiera que lo pueda consultar. Y que se prohiba realizar cualquier otro gasto. Se pone un límite máximo a lo que cada partido puede gastar, y entonces se distribuyen los fondos. Incluso el gast en publicidad puede pasar por una agencia que se dedique a hacer las contrataciones, a pedido de cada partido. Sin afiches inundando las calles con eslogans vacíos, los debates pasan a tener más importancia, dado que son los momentos en los que los candidatos se dan más a conocer. Y si se obliga a cada candidato a participar de una serie de debates antes de las elecciones, es posible que empecemos de una buena vez a elegir ideas, y no solamente caras bonitas. Es difícil, pero es un primer paso. Y así nos evitamos la matanza de cientos de árboles para hacer afiches, el gastod e dinero robado a los contribuyentes, y la necesidad que tienen los políticos de devolver favores a empresarios que pusieron buen dinero para su campaña.
Difícil de implementar, sobre todo en lo que respecta al límite de la publicidad oficial, pero si se controla bien, se puede.

Saludos
Javi