domingo, 16 de enero de 2011

Me contaron que... (la nariz de Polo)

¿Cómo se empieza un rumor? ¿Cómo se propaga un rumor?. Se dice una cosa a alguien, que le dice a otro que le dice a otro. Es notable ver como algunos mitos populares se expanden con toda velocidad y llegan a ser vox populi a pesar de no tener una sola pizca de verdad.
Claro, uno a veces reproduce la información porque le viene de una fuente confiable, digamos, una persona que no es un mentiroso. Como confía en quien le pasa la información, la acepta y luego la reproduce como un hecho científico probado. Pero claro, esa persona que se lo dijo lo escuchó de otra que lo escuchó de otra...etc. ¿Qué pasaría si alguien lo inventó y un inocente, confiable, honesto, pero inocente al fin, decidió continuar pasando el dato que luego se esparce como reguero de pólvora?
En fin, estos mitos, inventados vaya a saber por quién son repetidos incansablemente por gente que no entiende nada del tema pero que está feliz de tener algo para contar al respecto en una conversación con amigos, que luego lo repetirán.

En un reciente viaje a Bariloche tuve la oportunidad de conocer a César y a Caro, tíos de un gran amigo mío, que tuvieron la amabilidad de hospedarnos en su casa. Caro es rescatista y tiene un perro, Polo, un Border Colie (Nota 1) que se dedica a encontrar gente perdida utilizando su prodigioso olfato. Por supuesto, no pude con mi curiosidad y le pedimos a Caro que me buscara a mí en la montaña, dándole una remera a Polo mientras yo me escondía. Claro, entrenado para buscar gente perdida hace días con ropa de la semana anterior, el perro tardó menos en encontrarme que lo que yo tardé en esconderme.
Más allá de mi anécdota personal, me hizo muy feliz poder preguntar a Caro como se enseña a un perro a buscar drogas. He aqui su respuesta:

"Primero se juega con el perro y se le enseña a buscar algo, como juegan todos los perros. Se lo tirás, el perro lo va a buscar y lo trae. Primero se lo tira a la vista del perro, luego se arroja el juguete atrás de una planta, o en algún lugar en que el perro no lo vea para que tenga que buscarlo. Luego se ata una bolsa de marihuana al juguete, para que el perro reconozca el olor y se sigue el juego. Después, uno empieza a esconder el juguete e intentar que el perro lo encuentre con el olfato. Luego, finalmente se hace que el perro busque por el olor a la bolsa sola, sin el juguete. En ese momento, es importante que el dueño tenga el juguete a mano y se lo de al perro inmediatamente cuando este encuentra la bolsita con la droga, para que el perro asocie de alguna manera: Encontré esto, apareció el jueguete."

Bien, creo que esto tira por el piso uno de los mitos populares de los que estábamos hablando. La creencia general de que los perros que buscan narcóticos son adictos a la droga, y que ha llevado a muchas personas a creer que la policía comete actos de terrible crueldad con los animales como drogarlos para que el perro sienta la necesidad de encontrar la droga buscada.

"Eso es una estupidez" Me dijo Caro cuando se lo mencioné. "No puedo creer que la gente repita eso, no tienen ningún sentido. ¿Cómo hago yo para trabajar con un perro drogado? ¿Cómo logro que siga una orden?. Además, en el caso de la cocaína, por ejemplo, la policía tiene prohibido tener muestras, por lo que el entrenamiento se hace con un compuesto químico que imita el olor de la cocaína. ¡Ni siquiera se utiliza la droga!"

Más allá de la nota de color, que puede o no habérsles interesado, la conclusión es que deberíamos pensar un poco más antes de repetir cualquier pavada como verdad absoluta. Doy fe que Polo es un perro al que hacen trabajar mucho, pero que parece ser inmensamente feliz. Además, el vínculo con su dueña, que debe entrenarlo y estar con él casi todo el día, es más fuerte que el que tiene la mayoría de la gente con sus mascotas. Los perros que nos prestan su nariz para encontrar gente, o drogas proabablemente también, o lo que sea, no son necesariamente maltratados.

Saludos
Javier

(Nota 1) Según me dijo Caro, la elección de la raza no es casual. Pero a diferencia de lo que yo imaginaba, no se elige esta raza porque tenga un olfto superior a las demás, sino porque son perros especialmente inteligentes. Recordé a mi difunto perro y la vez que siguió exactamente el camino que había hecho una liebre que había pasado horas antes. Luego me imaginé intentando enseñarle a buscar a una persona perdida, cuando nunca logré siquiera que me hiciera caso a la orden de sentarse. Me pareció lógico ponderar la inteligencia por sobre el olfato.